Die Perle des Harems, Charles Wynee Nicholls.
Mas, volverá algún día. Una dulce mañana
de julio, con cien franjas de púrpura y de oro,
me abrazará de nuevo la pálida sultana
que habitara en los sueños de algún príncipe moro.
Favonio en los jardines propiciará un sonoro
estremecimiento: al vernos, se teñirán de grana
las intactas orquídeas; se oirá un alegre coro
de címbalos y liras, y en la fronda cercana,
Pan tocará su flauta, de un milagro incitante,
y la Venus de Fidias se crispará un instante
de inefable deseo; las rosas del anhelo
desprenderánse en lluvia de lujuria fragante
y la sultana pálida, desceñido su velo,
se enroscará a mi cuerpo como culebra amante.
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