The Villa Borthese, 1858. Gustave Moreau
Y bien ¿qué me resta al cabo? Jardines,
bosques de palmas de habitantes magos,
cerros azules, transparentes lagos,
blancas señoras, logias de jazmines:
fragantes avenidas del ensueño,
nevadas cumbres de los ideales;
remotas nebulosas de mi sueño
de invioladas purezas inmortales,
y propósitos sanos que se han muerto
de sed y de cansancio en el desierto ...
Tan sólo son recuerdos de alegrías,
son fantasmas, no más, de muertos días.
Rosada juventud, misa de oro,
albos versos de amor, lirios de penas:
cáliz con alas de cristal sonoro
con dulces hostias de las ansias buenas;
sol del futuro y mis promesas... ¡Todo,
todo perdí! Siempre el destino gana
la apuesta de la vida. Puesto de codo,
la apuesta de la vida. Puesto de codo,
miro pasar la vieja caravana
rumbo a la sombra. Pienso que en el lodo
rumbo a la sombra. Pienso que en el lodo
hay el secreto de la dicha humana.
-¡Voy!
-¿Dónde?
-Voy al Valle donde duerme
el alma del silencio, quiero calma;
mucho mal me hizo el mundo hasta morderme
como un áspid.
-¿Quién habla?
-De la vida
un peregrino que ya grande el alma
de tanto sufrir tiene y bien transida
la materia...
-¿Qué llevas, peregrino
de unos ojos color de lontananza,
para abrevar tu sed en el camino?
-Una gota de estrella: la esperanza
que no pudo perderse en la tormenta
y mi amor que ha besado el gris invierno,
para ir a enterrar junto al eterno
manantial donde el Todo se alimenta.
1916
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